¿Cómo hacemos progreso científico? (I)
Primero
observamos a la naturaleza, la interrogamos con escepticismo, con una
dosis de perseverancia y fortuna descubrimos ciertos fenómenos; a
menudo dichos descubrimientos plantean más preguntas que respuestas.
Después de haber descubierto algún fenómeno de la naturaleza,
proseguimos a describirlo, intentamos explicar cómo sucede
exactamente; es precisamente este paso (formular explicaciones
basándonos en evidencias) lo que distingue a la ciencia de la
filosofía. Una vez descrito el fenómeno (habiendo comprobado
experimentalmente la descripción), proseguimos a clasificar los
fenómenos y creamos un vocabulario para referirnos a ellos con
precisión, si nuestro fenómeno pertenece a una ciencia exacta se
cuantificará matemáticamente con ecuaciones. Son aquellas
descripciones que engloban a un conjunto de fenómenos de manera
sintetizada lo que conocemos como una teoría
científica.
En
resumen: observamos, descubrimos algo que no entendemos, planteamos
hipótesis que expliquen ese algo, comprobamos o refutamos
experimentalmente las hipótesis, clasificamos, cuantificamos y,
finalmente englobamos los hechos y evidencias en una teoría
científica.
En
el mejor de los casos este proceso toma años, pero a veces tarda
décadas, y lo más común es que tarde siglos en "completarse"
ya que siempre existirán factores limitantes. Yo soy estudiante de
biología, así que para ejemplificar esto usaré un caso particular
de mi área: la síntesis evolutiva moderna, también denominada
neodarwinismo.
Hasta
hace unos 150 años, la gran mayoría de las personas creía que las
especies eran obras inmutables y habían sido creadas por separado.
Sin embargo, unos pocos científicos pensaban que las especies se
modificaban y que las formas de vida existentes compartían
antepasados en común. Lamark fue el primer autor cuyas conclusiones
sobre la evolución captaron la atención, él publicó sus ideas en
1801, las amplió en 1809 en su Philosophie
zoologique y en
1815 en la introducción a su obra Histoire
naturelle des animauxsans vertébres. En
dichas obras, Lamark sostiene la idea de que todas las especies,
incluido el humano, descienden de otras especies: fue de los primeros
en dedicarse a la probabilidad de que todo cambio en el mundo, sea
resultado de leyes naturales y no intervenciones divinas.
Como
podemos notar, Darwin no fue el primero en proponer que la vida
cambia a través del espacio-tiempo. Su abuelo, Erasmus, escribió
sobre el tema a finales del siglo XVIII. De hecho, el propio Darwin
menciona en su obra El
origen de las especies a
más de veinte predecesores que habían escrito sobre aspectos de la
evolución, pero es a partir de Darwin cuando se originaría la
teoría moderna de la evolución.
Durante
los 5 años que estuvo en el H.M.S Beagle (1831-1836) Darwin examinó
paciente y sistemáticamente todo tipo de evidencia relacionada al
tema: observó, coleccionó y meditó constantemente sobre los
fenómenos geológicos y biológicos relacionados a la evolución. En
1837 empezó a dudar de la inmutabilidad de los seres vivos y la
cuestión del origen de las especies comenzó a rondar su mente,
durante esos años leyó mucho, pensó profundamente y experimento
con sumo cuidado. Darwin analizó el misterio por más de veinte años
hasta que, finalmente fue capaz de proporcionar un mecanismo
plausible para explicar el origen de las especies. Pero este
mecanismo no fue descubierto solo por él, Alfed Russell Wallace lo
detectó independientemente en 1858. Wallace no conocía a Darwin,
pero supo de su reputación como naturalista, y ambos mantuvieron
correspondencia, un día Wallace le envió un ensayo titulado On
the Tendency of Varieties to Depart Indefinitely from the Original
Type, en donde se
explicaban los principios de la selección natural, sin saber que
Darwin ya los había descubierto. En la carta que acompañaba su
ensayo, Wallace pedía a Darwin que leyera su trabajo y, de
considerarlo conveniente, lo hiciera llegar a Charles Lyel. Este
último y Joseph Hooker arreglaron todo para que una memoria conjunta
Darwin-Wallace sobre la selección natural, se leyera ante la
Sociedad Linneana en julio de 1858 y se publicara en el Journal
of the Linean Society ese
mismo año.
Pero
¿cómo se les ocurrió esta asombrosa idea? Durante años ambos
hicieron observaciones sobre el mundo natural, pero ellos llegaron a
la comprensión de la existencia de la selección natural después de
leer la obra de Thomas Malthus Ensayo
sobre el principio de la población donde
señalaba que los organismos producían más individuos de los que
normalmente se espera sobrevivan hasta alcanzar la madurez que les
permita reproducirse. El trabajo de Malthus le ayudó tanto Darwin
como a Wallace a percibir un punto importante: podía haber selección
entre la descendencia que sobrevive y la que muere. Debido a que los
miembros individuales de una especie difieren ligeramente entre sí,
aquellos que cuentan con ciertas características que les
proporcionen ventajas, tendrán mayores oportunidades de sobrevivir.
Esta es la base fundamental que sostiene al neodarwinismo.
La
teoría de la evolución por selección natural, o como Wallace la
llamó "supervivencia de los más aptos" nos dice que
existe una incesante y feroz competencia por los recursos que
sustentan la vida (tales como el alimento, territorio, oportunidades
de apareamiento, etc.) Esta competencia será más intensa entre
individuos que tengan los mismos hábitos de vida, por ejemplo, dos
depredadores de la misma especie se alimentan del mismo tipo de presa
y compiten más entre sí que con individuos de otra especie, a este
tipo de competencia se le conoce como intraespecífica.
Aquellos individuos
que sean más eficaces en aprovechar los recursos (los más aptos)
aumentarán sus probabilidades de supervivencia y de apareamiento.
Pero las especies no permanecen inmutables a través del tiempo, sino
que varían de generación en generación; aquellas variaciones que
resulten beneficiosas para el individuo (aumentando sus
probabilidades de supervivencia y por tanto, de aparearse) serán
conservadas (heredadas a la siguiente generación). De esta manera, a
través de millones de años la selección natural guía a las
variaciones generacionales produciendo individuos cada vez más
especializados y mejor adaptados a determinadas condiciones de vida,
este proceso es lo que se conoce como divergencia
evolutiva y el
punto en el que una especie se transforma en otra es lo que llamamos
especiación.
Darwin
y Wallace resolvieron el acertijo de cómo las especies evolucionan
gracias a variaciones individuales, pero a pesar de que eran
conscientes de que estos cambios eran heredados durante la
reproducción, ninguno de los dos fue capaz de describir el mecanismo
mediante el cual esos cambios individuales eran pasados a la
siguiente generación.
Mientras
Darwin publicaba su obra, casi simultáneamente de 1858 a 1866, un
monje austriaco llamado Gregor Mendel llevaba a cabo experimentos con
guisantes, los apareaba y examinaba las características de los
descendientes obtenidos a través de tales cruzamientos. Finalmente
alguien lograba explicar con éxito el mecanismo de la herencia.
Todas
las características de un individuo son el resultado de la
manifestación de su información genética, esa información se
encuentra condensada en cromosomas que son largas cadenas de ADN
enrolladas y compactadas, el ADN está conformado por genes y cada
gen está constituido por 3 nucleótidos, cada uno de ellos formados
a su vez por una base nitrogenada, una pentosa y un grupo fosfato.
Cada gen codifica para la síntesis de un aminoácido, los cuales se
unen para formar péptidos, dipéptidos, polipéptidos y finalmente,
proteínas, nosotros llamamos material genético a la secuencia
ordenada de nucleótidos que en su conjunto (ADN) actúan como un
molde para, a través de un proceso de duplicación, transcripción y
traducción, sintetizar proteínas; son éstas últimas las que
conforman las estructuras orgánicas y regulan las reacciones
químicas que ocurren en las células, determinando sus
características. El fenotipo
es entonces, el
conjunto de características observables (morfológicas y
fisiológicas) de un organismo, este fenotipo es la suma del genotipo
(los genes) más la influencia del ambiente.
Aunque
Mendel no conocía la existencia de los genes a un nivel físico (ya
que él nunca utilizó microscopios), sus experimentos dilucidaron
tres mecanismos universales que rigen la forma en la que las
características de un individuo son heredadas a sus hijos a través
de la reproducción.
Ley
de la uniformidad:
Cuando se aparean líneas puras distintas para una característica la
descendencia presenta en forma uniforme el fenotipo del progenitor
que posee el alelo dominante, independientemente de la dirección del
apareamiento.
En
sus experimentos con guisantes, Mendel observó que las
características de las plantas eran gobernadas por "unidades"
de herencia (los genes) y que cada planta poseía dos copias del gen
que controla el desarrollo de cada rasgo, los dos genes pueden ser
idénticos o distintos entre sí, a estas dos formas alternativas de
genes se les llama alelos. De los siete rasgos que Mendel estudió,
todos poseían un alelo que dominaba sobre el otro (el gen
dominante).
Básicamente,
lo que Mendel postula en esta ley es que cuando se cruzan dos
individuos idénticos para una determinada característica, los
descendientes serán iguales (genotípica y fenotípicamente) entre
sí e idénticos en fenotipo a uno de los progenitores (el que tenga
el alelo dominante) independientemente de si éste es hembra o macho.
Ley
de la segregación: Los
alelos que controlan un rasgo se separan (segregan) durante la
formación de los gametos, de modo que cada miembro del par de alelos
es portado por la mitad de los gametos.
Mendel
entendió correctamente que cada gameto aportaba una copia del gen
correspondiente a cada rasgo, así que cada gameto podía contener el
alelo recesivo o el dominante, pero nunca ambos. Hoy sabemos que
esto es causado por la división meiótica que experimentan las
células germinales, reduciendo así su carga cromosómica de 2(n) a
(n). Como resultado, de los dos alelos que determinan cada rasgo del
individuo, uno proviene del gameto femenino y uno del gameto
masculino. Aquellos individuos que heredan un solo tipo de alelo de
ambos progenitores, ya sea el dominante o el recesivo son homocigotos
respecto al par de alelos en cuestión y aquellos que llevan los dos
tipos de alelos (dominante y recesivo) son heterocigotos respecto al
carácter para el que codifiquen.
Ley
de la asociación independiente: Durante
la formación de los gametos, la segregación de los alelos se
produce de forma independiente de la segregación de los alelos del
otro gen.
O
en otras palabras, al gen que codifica para el tamaño del folículo
de tu cabello (determinando así si éste será liso, rizado u
ondulado) le importa 3 cacahuates el gen que codifica para el tamaño
de tus dientes. Características diferentes son el resultado de la
expresión de genes diferentes, esta ley permite la existencia de una
enorme gama de combinaciones entre los alelos y posibilita la
variabilidad genética.
Gracias
a sus experimentos Mendel logró entender el procedimiento
hereditario, sin embargo, él no llegó a descubrir la estructura a
través de la cual ocurre el proceso. Además, mientras que la
evolución por selección natural recibiría en su momento la
atención que se merecía, lamentablemente la obra de Mendel no sería
tomada en cuenta. Durante cuarenta años la selección natural y la
herencia mendeliana permanecerían separadas, actualmente son la base
fundamental del neodarwinismo (y de la biología moderna) pero hubo
una época en la que ignorábamos cuán relacionadas estaban.
En
el próximo artículo continuaremos con la historia de la síntesis
evolutiva moderna y hablaremos sobre aquellos descubrimientos que
terminarían por unir los puntos y nos permitirían responder grandes
cuestiones sobre la vida. Hablaremos de moscas mutantes, cromosomas,
el ciclo celular y más.
REFERENCIAS:
Darwin,
C. (2010). El Origen de las Especies. México: Editorial Porrua.
Gerald,
K. (2009). Biología Celular y Molecular. México:
McGraw-Hill
Interamericana Editores, S.A. de C.V.
Flores,
L. Gonzales, R. & Aravena, J. (2011). Biología. Chile:
Santillana.
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